Lu era la reina, tenía que hacer algo para aclarar el misterio de las cosas perdidas. Pero no sabía cómo. Así que les pidió ayuda a sus amigos. Tomasa, Maclovio, Nonos y Pikos aceptaron su invitación para ayudarla.
Durante la reunión Pikos sugirió que tenían que hacer guardias por la noche para encontrar a los responsables de las pérdidas. Todos estuvieron de acuerdo y esa misma noche se prepararon para defender sus pertenencias y las de todos en el bosque. Maclovio llevó su arco y Pikos instaló una casa de campaña. Todos estaban dispuestos a luchar contra los ladrones si era necesario.
Al día siguiente todos estaban avergonzados y tuvieron que aceptar que ese plan no funcionaba porque todos se habían quedado dormidos.
A Tomasa se le ocurrió otra idea, pondrían un reloj de Lu a la vista de todos, pero estaría amarrado con un pequeño hilito que jalara una campana y así todos despertarían en el momento que lo tomaran. –Excelente idea- gritó Nonos entusiasmado y así lo hicieron.
Pero por la mañana descubrieron que había desaparecido toda la comida que habían dejado y el reloj seguía en el mismo sitio, nadie lo había tocado.
-Esto es muy interesante, no les importan las cosas de valor – dijo Tomasa
-Ni mis cosas –aclaró Lu –A mí no se me ha perdido nada.
Nonos se quedó muy pensativo y dijo. –Tengo un plan, dejemos comida, pero alrededor tiremos harina, los ladrones tendrán que pisarla y así podremos seguirlos porque dejarán huellas.
-Eso me gusta- exclamó Maclovio.
Todos se pusieron a trabajar, dejaron las frutas más ricas del bosque y unas deliciosas galletas rodeadas de harina.
Por la mañana las huellas de los ladrones estaban por todos lados. Fue muy fácil seguirlas hasta una cueva cerca del arroyo. Todos se hicieron señas para guardar silencio y entrar por sorpresa al escondite. Y al entrar los pequeños ladrones se llevaron una gran sorpresa. Eran ardillas, mapaches, zorros y hasta algunos pájaros.
-¿Por qué están robando nuestra comida?, soy la reina de este bosque y les pido que se marchen- dijo Lu.
-Discúlpanos –le dijo una ardilla avergonzada- un fuerte incendio quemó nuestra casa, venimos del bosque que está al otro lado de la montaña. Perdimos todo, no tenemos a donde ir.
Lu se sorprendió con la confesión de la ardilla.
-Discúlpame a mí, no sabía su situación, pueden venir con nosotros, les ayudaremos.
Tomasa y sus amigos pronto organizaron la “misión rescate” prepararon kits de comida, cobijas, utensilios de aseo. Cada uno recibió a un amigo nuevo en su casa hasta que pudieran regresar al otro lado de la montaña a construir otra vez sus casas.
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Pero se llevó una sorpresa tremenda, era imposible poder meterse al arroyo porque estaba lleno de basura. Ella sola intentó sacar lo más que podía de basura, pero fue imposible. Al otro lado del arroyo alcanzó a ver parado en la orilla a un pequeño castor que igual que ella solo observaba la basura que no lo dejaba entrar al agua.
Tomasa regresó muy triste a su casa, por el camino se encontró a Peto y a Pikos que venían de jugar, cuando la vieron tan triste le preguntaron que le pasaba y ella les contó la situación de la basura en el arroyo. Pikos les dijo que les pediría ayuda a sus hermanos para ir al día siguiente a limpiar el arroyo.
A la mañana siguiente Pikos y sus hermanos, Tomasa, Nonos y Peto fueron al arroyo y comenzaron a limpiarlo, al verlos varios animales se unieron a ellos para ayudarles y entre todos quitaron la basura. El arroyo volvía a ser un lugar hermoso donde los animales podían tomar agua, construir sus casas, darse un chapuzón y muchas cosas más.
Pero para la sorpresa de todos los animales, dos días después el arroyo estaba igual de cochino. Todos juntos fueron a pedir ayuda a Lu, que era la princesa del bosque.
Lu trato de buscar rápidamente una solución al problema. Pero se dio cuenta que eran sus amigos y familiares los que tiraban la basura y no hacían conciencia del mal que hacían al bosque y a los animales. Lu sugirió que recogieran juntos toda la basura y que entre todos la llevaran a la recicladora.
Así lo hicieron, todos juntos trabajaron todo el día recogiendo la basura, y al día siguiente fueron a la recicladora a entregar la basura. Las personas de la aldea al ver la fila de animales cargando basura rumbo a la recicladora se sorprendieron mucho.
Todos los habitantes de la aldea comprendieron el mensaje y se organizaron para depositar la basura en su lugar y no sólo eso, esforzarse por generar cada vez menos basura.
Esta vez Tomasa invitó a sus amigos a darse un chapuzón todos juntos y todos disfrutaron de los últimos días del verano.
Todos los animales del bosque estaban muy contentos porque se acercaba el invierno y como cada año, el día que comienza hay que coronar a la nueva princesa y guardián del bosque. Aunque también estaban muy nerviosos porque la fecha ya estaba por llegar y el espejo mágico todavía no seleccionaba a los ganadores de este año.
Era una tradición milenaria, un mes antes de la entrada del invierno un enorme espejo aparecía cerca del rio, cada año en un lugar diferente, así que todos comenzaban a buscarlo con emoción. El espejo podía adivinar lo que había en el interior de cada uno y eso reflejaba.
Cuando el espejo encontraba a alguna que fuera realmente auténtica porque sus palabras y sus acciones reflejaban lo que realmente había en su interior entonces cuando se veía en el espejo aparecía vestida de princesa y eso significaba que era la elegida de ese año para dar ejemplo de autenticidad y sencillez a las demás. Y eso le daba autoridad para dar consejos. Y así también cuando alguno se veía y era realmente autentico y valiente, su reflejo aparecia con una armadura, y eso indicaba que era el elegido para ser el guardián del bosque.
Este año el espejo había aparecido cerca de la cascada. Había fila de animales grandes y chicos para poder posar frente al espejo. La mayoría iban adornadas con coronas de flores o sombreros, pero, aunque trataban de engañarlo el espejo nunca se equivocaba. Dos días antes de la fecha limite el espejo no había escogido a nadie, eso era un grave problema, no tenían ni princesa ni guardían, ¿Quién iba a dar el ejemplo? Y ¿Quién iba a organizar la protección de todos los animales?
La mayoría de los animales del bosque se fueron reuniendo alrededor del espejo, esperando el resultado, a lo lejos la voz de una niña cantando se empezó a escuchar, Nonos, Tomasa, Pikos y Maclovio se voltearon a ver sorprendidos, ¡era su nueva amiga Lu que estaba cuidando a sus borregos!
–Y si le decimos a Lu que pruebe frente al espejo – dijo Nonos.
-Eso es imposible, ¡ella es una niña!, -dijo Maclovio –Solo los animales pueden ser elegidos.
-Podemos probar –dijo Tomasa
Los cuatro corrieron para buscar a su amiga, -Lu ¿quieres hacer la prueba del espejo? –le preguntaron todos al mismo tiempo. Aunque ella no entendió dijo que si, le pareció emocionante hacer la prueba del espejo, ella y sus borregos siguieron a sus amigos. Y para sorpresa de todos, cuando Lu se puso frente al espejo su imagen apareció vestida de princesa, ¡era la primera vez que una niña era la escogida! Eso significaba que Lu era una niña que sus palabras y actitudes reflejaban su interior, ella no trataba de fingir ser alguien que no era, y siempre hablaba bien de los demás porque en realidad eso pensaba de ellos. Pero esa no fue la única sorpresa, cuando sus nuevos amigos que estaban atrás de ella viendo el reflejo del espejo, ¡Maclovio apareció vestido con armadura!!!!, ¡él era el guardían!
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Un día por la tarde Tomasa paseaba por el bosque intentando ver su reflejo sobre el agua de cualquier charco, estaba emocionada por su nuevo sombrero y lo único que deseaba era verse todo el tiempo.
Bigboss la estuvo observando y se dio cuenta que la tortuga era bastante vanidosa, se creía la más bonita de la escuela, y pasaba gran parte de su tiempo peinándose y pintándose. Su vanidad era tan grande que poco a poco fue olvidando cuidar su corazón por emplear todo su tiempo en mejorar su físico. Así que Bigboss decidió mandarle una lección.
Mientras Tomasa observaba su figura en el agua cristalina del río sintió un destello en la orilla del otro lado que le impedía abrir bien los ojos hasta que logró ver que era un espejo, Tomasa se emocionó tanto por poder tener su propio espejo porque podría llevarlo a todos lados, tomó el riesgo de cruzar el río ella sola, aunque sus papás le habían dicho varias veces que nunca lo hiciera pues era muy peligroso.
Al llegar a la otra orilla y ver el espejo, Tomasa lo tomó de inmediato y contempló su figura. Estaba tan contenta de verse que nunca vio las instrucciones del reverso del espejo que decían: “Has encontrado un espejo mágico, si lo usas con prudencia podrás encontrar lo que hay en tu interior, si lo usas más de 7 veces al día tu imagen se transformará, hasta que los demás te descubran por lo que eres”.
Al día siguiente cuando Tomasa llegó a la escuela se dio cuenta que ninguno de sus compañeros la reconocía, Maclovio y Pikos llegaron a presentarse como si nunca la hubieran visto. Tomasa asustada tomó su espejo y se dio cuenta que su cara había cambiado, ya no era tan bonita, se asustó y tiró el espejo que cayó al revés y pudo leer las instrucciones ¿Cómo la reconocerían si su cara era otra? Al día siguiente Tomasa aceptó su nueva cara y comenzó a ir a la escuela, sus compañeros seguían siendo amables aunque pensaban que era nueva. Pero ella comenzó a actuar como siempre, a la hora de hacer sus tareas su cuaderno era el más bonito, ponía atención a la maestra, cuando alguien necesitaba puntillas o sacapuntas era la primera en prestar sus cosas que siempre estaban ordenadas y limpias. Nonos comenzó a recordar a Tomasa al ver como actuaba su nueva compañera pero dudaba si fuera ella. Por la tarde mientras todos jugaban unas carreras al ver como Tomasa se esforzaba por llegar a la meta aunque fuera la última pues era muy lenta, sus amigos la reconocieron, Nonos fue el primero en gritar: “Pero si eres Tomasa”, la tortuga salto de emoción y todos corrieron a abrazarla, tu orden, tu limpieza y tu esfuerzo son inconfundibles le dijeron. Sus compañeros conocían su interior, sus virtudes y fueron ellos quienes le ayudaron a descubrirlas y a darse cuenta que lo más importante está en tu corazón no en tu físico. Tomasa se fue a dormir muy contenta sin ver su cara pues el espejo lo había guardado debajo de su cama y se había olvidado que lo tenía pero al llegar a la escuela al día siguiente sus compañeros vieron a la misma Tomasa de siempre.
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En el bosque las noticias vuelan gracias a cientos de pequeñas y grandes aves que van por todos lados volando de aquí para allá y de regreso.
Fue así como Maclovio se enteró por una pequeña águila que Lu, una niña que vivía en la montaña con sus borregos, se había perdido.
Se sospechaba que Lu y sus borregos estaban atrapados en el castillo encantado, y que todos los intentos para rescatarla habían fracasado pues los valientes que se animaban a cruzar el bosque en tinieblas para llegar al castillo no habían regresado.
Maclovio fue corriendo a contar a sus amigos lo que había escuchado.
-Tenemos que ir a rescatarla –dijo valientemente Nonos
Pero Tomasa con voz temblorosa le contestó –pero pasar por el bosque en tinieblas es peligroso nadie regresa, no podemos ir ahí.
-¡Claro que podemos! dijo Pikos, yo escuché una vez a mi abuelo contar una historia de un joven valiente que cruzó el bosque y él decía que solo había que seguir las indicaciones del portero.
-¿Pero quién es ese portero? –preguntó Maclovio intrigado.
-No lo sé, -dijo Pikos- pero si ese joven pudo cruzar el bosque, nosotros también.
Nonos dijo –Yo iré, ¿quién va conmigo? –Maclovio y Pikos contestaron valientemente, -Yo también. Tomasa tenía miedo, pero a pesar de eso dijo –si van ustedes, yo voy.
Cada uno fue a su casa a preparar una mochila con cosas necesarias, manzanas, platanos, linternas, brújula y juntos comenzaron el viaje mientras el búho Bigboss los observaba.
Al llegar a la entrada del bosque en tinieblas un viejo armadillo salió de una cueva, todos se asombraron, ¡él era el portero!
–Si están dispuestos a cruzar el bosque en tinieblas unas instrucciones debo dar: Las risas extrañas no deberán escuchar, su paso firme será y no mirarán hacia atrás, y los dulces no probarán-.
El señor armadillo al terminar de decir las instrucciones regresó a su cueva y no volvió a salir, aunque Maclovio lo llamaba para preguntarle si Lu y sus borregos habían pasado por ahí.
-Comencemos a caminar- dijo Nonos, y todos estuvieron de acuerdo.
Después de un rato caminando, unas risas comenzaron a escucharse, eran contagiosas, pero no sabían de dónde venían, Maclovio sintió curiosidad por ir en busca de esas risas, pero Pikos lo detuvo –¡Recuerda las instrucciones, no debemos escucharlas, hay que obedecer!. Todos estuvieron de acuerdo y siguieron avanzando cuando de repente dejaron de escuchar las risas, y comenzaron a escuchar voces raras atrás de ellos, pero no podían ver hacia atrás así que siguieron adelante.
Y de pronto se encontraron unos deliciosos dulces que a Tomasa se le antojaron, pero, aunque quería ir a probarlos decidió seguir caminando pues tenía que obedecer las instrucciones.
Después de pasar todos los obstáculos llegaron al castillo encantado, comenzaron a buscar a Lu y la encontraron dentro del castillo, Lu saltó de gusto y corrió a abrazarlos mientras sus borregos saltaban de emoción. –Gracias por venir a rescatarme, solo los más obedientes podían cruzar el bosque en tinieblas y ustedes lo han logrado- les dijo emocionada.
-¿Pero cómo los más obedientes?, preguntó Nonos
- No lo sé, un búho vino a decirme que fuera paciente hasta que alguien obediente viniera a rescatarme
Nonos sonrió, porque conocía a ese búho y porque se sentía orgulloso de ser obediente.
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Una espléndida mañana de verano, casi al amanecer comenzaron las clases de vuelo para el pato Maclovio, mismas que su mami le daba. Nonos, el caracol que se había quedado con ellos, miraba a su amigo desde la flor más alta que pudo escalar. El sabio búho Bigboss lo observaba desde una rama muy alta de un frondoso pino, al verlo tan triste y solo, quiso hacerle compañía y ayudarlo a regresar a su casa pero el resplandor de sus alas plateadas hacía imposible que los animales del bosque lo pudieran ver tal cual era. Así que decidió convertirse en un pequeño búho amarillo.
-¿Qué haces? le preguntó a Nonos el caracol.
-¡Hola! –Contestó, -Estoy viendo como aprende a volar mi amigo Maclovio.
-¿Y tú, quieres aprender a volar?
A Nonos le brillaron los ojos y con una gran sonrisa contestó: ¡Por supuesto!
Bigboss le dijo: ¡Ven! ¡Súbete en mi espalda y emprendamos la maravillosa aventura de volar!
Nonos aceptó emocionado la invitación y su nuevo amigo lo llevó de paseo por todo el bosque. El búho, que era muy sabio, bajó en un lugar muy cerca del arroyo donde vivían la señora lombriz y su esposo que eran los papás de Nonos y que estaban tristes y cansados de buscarlo. Al llegar, la lombriz se emocionó muchísimo al ver a su hijo y besándolo le dijo cuanto lo quería y cómo lo habían extrañado, él era lo más importante que ellos tenían. Nonos estaba feliz de haber encontrado su hogar otra vez. ¡¡Ser hijo del corazón, de la adopción, será siempre un regalo enorme para todos!!
Dos días después el esposo de la lombriz llegó con un cartel que había visto pegado en un árbol con el dibujo de Nonos que decía: SE BUSCA. Maclovio, Pikos y Tomasa habían organizado una búsqueda para encontrar a su amigo y pegaron carteles por todo el bosque. Ellos desconocían que Nonos se encontraba de regreso, en su casa.
Para agradecer el cobijo que sus amigos habían dado a Nonos, el señor y la señora lombriz lo llevaron con sus amigos. Ambos estaban muy orgullosos del caracol porque mientras estaba perdido había podido resolver sus problemas el sólo y además tenía nuevos amigos.
Cuando Nonos les presentó a sus amigos, Maclovio, Pikos y Tomasa estaban muy sorprendidos, no podían entender que los papás de Nonos fueran lombrices hasta que Nonos les explicó que las lombrices eran sus padres adoptivos y que lo querían mucho y él a ellos y que juntos formaban una gran familia, la mejor que podían haber tenido.
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